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Foto: américa televisión |
Pasamos de una novela en donde los personajes no podía salir sin mascarilla a una donde ya no existe la pandemia ni el distanciamiento social. Se entiende. Es difícil mantener un serie o novela sin el contacto físico, especialmente, cuando de romance se trata.
Y es justo de lo que habla Mi vida sin ti. De un romance frustrado.
Este tipo de historias con un pasado se usa mucho en las novelas brasileñas. La primera etapa donde se ven a los protagonistas jóvenes y en donde "pasa algo" para que tiempo después sus hijos o los propios jóvenes sigan el transcurso de lo ocurrido previamente ya en una etapa adulta. Generalmente -y con toda sensatez-, se cambia el reparto en las siguientes etapas.
En Mi vida sin ti no ocurre esto. Se ven las dos historias -la del pasado y el presente-, en paralelo. Después de una intro donde el paisaje, por lo menos, es resaltante conocemos todo lo que las promociones nos han contado. Lo increíble es que los diálogos iniciales son demasiado tontos. Y hasta cierta penilla dan cuando, por ejemplo, ella le dice "lindo" a él (y razón no le falta). Ya cuando los dos se ponen a gritar los nombres la novela se vuelve ridícula.
A pesar de que la pandemia no se expone explicitamente, los personajes en el presente hablan sobre "la crisis" de forma genérica.
Las novelas de Michelle Alexander pasan por una etapa de sobrevivencia. Toda la planificación de inicio de año se ha tenido que adaptar a los cambios del canal y los protocolos de seguridad. Imagino que en buena parte explica el porque tenemos de vuelta a parejas de sus novelas anteriores (Amor de madre y En la piel de Alicia). Y el porque sus dos ultimas novelas están encerradas en un ambiente tan cercano. Es la primera vez que el escenario principal donde los personajes se mueven es un edificio de una clase media. Y el elenco es relativamente corto.
Lamentablemente, si no se trata de una novela de urgencia como La otra orilla, lo parece. A la vez que tiene recursos facilistas usados como la madre que impide el matrimonio por "razones de clases sociales" o el estereotipo de protagonista que viste de la misma manera todos los capítulos. Y vuelve apostar por las miradas eternas.
La canción principal es Corazon partido de Alejandro Sanz. Un hit romántico de hace treinta años. Bueno pues, esta es una novela pensada como hace treinta años. Así de simple.
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