Con menos suerte que las novelas turcas o de la India, la novela filipina también tuvo un paso por la señal peruana marcando un hito en la tv latinoamericana. Lástima, insisto, que no vimos más allá de dos o tres novelas de este país.
Es así como, Puentes de amor, se convierte en la primera novela filipina en emitirse en señal abierta nacional y, sin mucha más competencia, en las más “exitosa”.
Puentes de amor no es una novela al uso. Es cierto que tiene los elementos y estereotipos –el bueno, el malo y la chica-, de cualquier triángulo amoroso de ficción latina. Además de ese cliché de guion que separa a dos hermanos en la infancia para convertirlos en enemigos por amor y otras cosas más. Recientemente, Dos Hermanas de la productora peruana Michelle Alexander usaron esta argucia de libreto para su anterior telenovela. En Filipinas no están tan distantes a la realidad latina, incluso hay más de un remake de novelas mexicanas. Siendo la trilogía de las Marías de Thalia la gran abanderada por el éxito que tuvieron en ese país. Así que sus ficciones son más parecidas a las latinas que las sempiternas turcas o las parafernalicas Indias (aquí no hay cámara lenta). Lo que incluye el discreto pero consiente nivel de producción (no son series, son telenovelas, ¡punto!). Y mucho menos tabú, ya que el sexo es algo que se habla y “practica” en la novela.
Lamentablemente, repito por segunda vez, no tuvieron el éxito suficiente para un canal como panamericana.
Igual queda ese buen recuerdo de un drama regularmente estructurado con algunos momentos inesperados para la tv en abierto (hay una violación que sugiere consentimiento), personajes disimiles (el padre de la protagonista es gay) y peleas de los machos por la protagonista a puño limpio ¡Y sin camisa! Más latino, imposible.
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